El rascacielos más alto del mundo, la Torre Burj Khalifa (828 metros), en Dubai, alberga el primer hotel del grupo italiano Armani. El propio diseñador ha calificado el proyecto como “un sueño”.
Pasillo de acceso a las habitaciones. Líneas geométricas, simetrías perfectas, señalética funcional y sobriedad en los detalles. Armani por los cuatro costados.
El propio diseñador ha estado los cinco años que ha durado la construcción del hotel encima de cada detalle. Hasta el espacio de la ducha se transforma en una especie de spa minimalista y elegante.
El Business Centre —en la foto— es un espacio circular, de muros sin ornamentos, cómodos butacones y, cómo no, tonos negros y rojos, dos señas de identidad de Armani.
El hotel está lleno de lobbys sorprendentes, como este, con las paredes forradas de madera, luces y letras doradas y mullidas alfombras. ¡Espectacular!
Otro lobby, esta vez destinado a atender a los huéspedes. La madera unifica el espacio y la iluminación imprime una nota de calidez sofisticada. No cabe duda de que el estilo de Giorgio Armani está presente.
En este lobby de acceso a un privée destaca el suelo de Eramosa (mármol procedente de Canadá) y los paneles sobre los muros, a modo de cebras sicodélicas
En la imagen, Giorgio Armani y su sobrina Roberta, acompañados por Mohamed Alabbar, presidente de Emaar Properties, empresa propietaria de la torre donde se ubica el hotel.
Geometría bien perfilada, tonos metálicos, platas… confort sin estridencias ni barroquismos. No faltan, en algunas zonas del hotel, las telas cubriendo los muros.
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