Originario del sur de China, el kiwi fue introducido en Nueva Zelanda en 1904; desde entonces, es cultivado en muchas regiones templadas porque su delicioso sabor es irresistible.
Su nombre le fue otorgado, precisamente en Nueva Zelanda, probablemente por su similitud con porque un ave cubierta de vellosidades se llama así.
Además de su delicioso sabor agridulce, existen muchas razones nutricionales para consumirlo. En primer lugar se encuentra su alto contenido en vitamina C, que fortalece las defensas y ayuda a combatir los efectos del envejecimiento y el estrés. Una porción de kiwi contiene el 240% de la ingesta diaria.
También contiene fibra indispensable para facilitar el proceso de digestión. Dos piezas de kiwi contienen más fibra que un tazón de cereal.
Otra de las bondades de esta fruta es su bajo índice glicémico, por lo que es perfectamente compatible con cualquier dieta enfocada a la reducción de peso y de control de diabetes.
Es un poderoso antioxidante gracias a que contiene vitamina E y luteína; además, es una importante fuente de zinc que ayuda para tener cabello, piel, dientes y uñas saludables.
Dos kiwis contienen 30 miligramos de magnesio, el cual ayuda a incrementar los niveles de energía y mejorar el funcionamiento del sistema nervioso y muscular; finalmente, esta fruta contiene más potasio que el plátano.
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